Miércoles
Aunque no lo parezca, mi primer noche durmiendo en una celda no fue tan mala. Tenía una cama equipada con su pequeña almohada tamaño Stuart Little, y una colcha un poco fina, pero lo bueno era que por fin pude dormir sin escuchar las peleas de mis vecinos, o a mis perros ladrándoles a los gatos. Al día siguiente, muy temprano, llegaron los guardias de la otra vez. Me despertaron echándome un baldazo de agua fría, y pidiéndome a gritos que continúe mí historia. Pero no eran solo sus gritos los que escuchaba, ahora se sumaban a mi audiencia otros 4 sujetos que al parecer habían sido retenidos por la misma razón que yo, por querer escapar de la cuarentena. Se ve que la otra noche no tenían muchas ganas de charlar porque la verdad no los había notado. Cuando ya me había despertado del todo, les pregunté a los guardias por el café y las facturas que les pedí anoche. Sin embargo, solo conseguí un mate cocido en taza de lata con un criollito, y además 6 personas insistiendome que siga conta...