Encerrado, de nuevo.

Como ya el titulo lo advierte, en esta segunda parte les contaré acerca de lo que, hasta este momento, considero como la peor experiencia que he atravesado en mi vida, pero que, a pesar de todo, me dejó los mayores aprendizajes y me transformó como nada pudo hacerlo antes, ni podrá. 


Algunos le dirán trauma, pero yo prefiero llamarlo prueba. Un trauma tiende a ser entendido como una situación que produce consecuencias negativas en el sujeto que las vivió. Sin embargo, lo llamo prueba, porque me permitió ver de qué estoy hecho, y a través de ella puedo desarrollar mi personalidad y prepararme mejor para lo que el futuro me tenga preparado. 

 

En fin, empecemos. Por si no recuerdan, antes de haber pasado la noche encerrado en la cárcel tuve una de las peores semanas de mi vida, desde que me avisaron que no tendría clases en la universidad por la bendita pandemia, hasta enterarme que quien yo pensaba que era mi padre en realidad era mi tío, entre muchas otras cosas que no quisiera volver a mencionar.

 

Luego de haber estado un día entero en la cárcel, ni bien me liberan, un auto gris se aproxima velozmente hacia donde yo estoy y voluntariamente, aunque sin razonarlo lo suficiente, me subo a él y pierdo el conocimiento.

 

Nuevamente me encontraba encerrado, pero esta vez duró una semana entera. Se estarán preguntando quién era mi secuestrador, cuáles podían ser sus motivos para llevarme hasta ahí, cómo viví esos siete largos días, entre otras dudas que obviamente pueden tener. Para intentar satisfacer esa curiosidad y de algún modo tratar de expresar en palabras esto que viví, voy a hacerles escuchar el audio que amablemente me regaló el guardia que me interrogó cuando fui rescatado por la policía, y cuando digo amablemente me refiero a tomarlo prestado sin que se dé cuenta, así que esto queda entre nosotros, ¿ok?

 


Grabación del día 30 de junio del 2020:

 

- Bien, Fernando. Sé que quizá necesites un tiempo para pensar y descansar, pues, seguramente lo que viviste fue una experiencia muy desgastante y estresante, pero es nuestro trabajo evitar que estas cosas sigan pasando, y para eso necesitamos que nos digas todo lo que recuerdas de tu, llamémoslo así, "estadía involuntaria" de esta última semana. Luego de esto podrás ir a tu casa y regresar a tu vida normal.

- ¿Regresar a mi vida normal? Sin ofender, pero ninguna vida es normal. Y si quisiera una vida normal no regresaría a mi casa, oficial.

- Es un decir, lamento si te molestó lo que dije.

- No se preocupe, no tiene por qué saber cómo es vivir en esa casa. Cuando quiera, ya estoy listo para empezar a hablar y contarle cada detalle de lo que fue esta semana.

- Entiendo… Antes de que empieces a hablar, te quiero recordar que esta conversación está siendo grabada por protocolo, pero nada de lo que digas acá puede ni va a ser divulgado por ningún canal, esto es totalmente confidencial. Quiero que lo consideres como una charla entre amigos ¿De acuerdo?

- Está bien, pero los amigos saben sus nombre ¿No, oficial…?

- Es cierto, perdón, mi nombre es Jeremías, pero podés decirme Jere.

- Bueno, Jere. ¿Por dónde empiezo?

- Por el principio, evidentemente.

(Se notaba que quería ser agradable conmigo, pero pude sentir en su falta de tacto que no era muy sociable.)


Comentarios

Lo más leído

Domingo, otra vez.

Libre, por fin.