Martes
- ¿Qué fue lo que interrumpió tu sueño? –
preguntó mi interlocutor.
- Pues, ¿Qué va a ser? El canto de los gallos
apenas salía el sol. Acá en la ciudad y en el barrio en donde vivo, muchos
hacemos uso de nuestros celulares para programarnos una alarma para un horario
especifico y para un día determinado. Pero, allá donde me tuvieron encerrado la
única alarma que existía era escuchar el canto de los gallos al amanecer de
cada día.
- Me había olvidado de que el lugar
donde estabas queda muy apartado de la ciudad.
- Mas allá de que queda lejos del ruido
de la ciudad y los autos que pasan todo el día, yo estaba muy acostumbrado a
escuchar a mis vecinos discutir o poner música fuerte a la noche, pero allá el único
ruido que escuchaba era el de los grillos y los sapos, por lo cual cada pequeño
sonido que escuchara me llamaba la atención, y mas el constante cocoreo de esos
gallos molestos.
Así que, por esa razón fue que el día
martes me levante tan temprano.
Al despertarme y no poder volverme a
dormir, decidí seguir explorando el lugar donde estaba confinado. El sol apenas
estaba saliendo, pero era bastante radiante, lo cual permitió que un pequeño
rayo de luz atravesara un hueco que había en la pared del lado Este, que
alumbraba directamente hacia el lugar donde yo había apoyado la cabeza para
descansar. Y como había dormido junto al tazón con la comida de la noche anterior,
lo primero que pude ver con esa luz fue una especie de puerta de
aproximadamente 40 centímetros de alto y de largo, por la cual deduje que me habían
hecho pasar mi cena. Entonces, con una vana esperanza, empecé a buscar el modo
de abrir esa puertita para, por lo menos, asomar la cabeza. Pero no tuve éxito y
aunque lo hubiera tenido, no había modo de que pueda escaparme por ahí, ya que
soy robusto de cuerpo.
Por mi mente solo pasaba un pensamiento:
Cómo estará Matías. Si, podría haberme preocupado por mi mama o por la
identidad de mi secuestrador, pero algo me decía que ella estaba bien y que quien
fuera que sea esa persona lo terminaría descubriendo muy pronto. Lo único de lo
que no estaba seguro era del estado de mi hermano. Él no debía estar
entendiendo nada, el pobre no tiene la culpa de haber nacido en esta familia llena
de dramas y problemas. Solo esperaba que a él no le pasara nada.
- Se convirtió en una especie de amuleto
que te permitió seguir vivo ¿Puede ser?
- Si… Algo por el estilo. Sentía lastima
por él, quería estar a su lado consolándolo y diciéndole que su vida no tiene
por qué ser como la nuestra. Pero, en realidad el que quería que lo consolaran
y le dijeran eso era yo.
Volviendo al relato de los hechos, luego
de mis intentos fallidos por abrir esa puerta pequeña, quise seguir gritando y
golpeando la pared para que alguien vaya a abrirme y sacarme de ahí, pero, apenas
hice un ruido, llegó un señor grande que me abrió la puerta y me dijo que
salga. Así que, Sali de ahí y lo primero que hice fue ver donde estaba para
planear mi huida. El señor, que estaba vestido como todo un granjero con su
sombrero de paja y su delantal de cuero, me dijo muy tranquilamente que no intente
nada porque lo único que iba a lograr iba a ser perderme y ellos tarde o
temprano me encontrarían. Le pregunte quienes eran ellos, qué querían, pero
solo me dijo : “él no me dejo abrirte anoche, así que espero que no se entere
que te saqué porque si lo hace va a enojarse mucho”. Entonces me di cuenta de
que no era él el que quería que yo estuviera ahí encerrado, sino ese “él” al
que hizo referencia.
Después de eso, lo seguí hasta adentro
de una casa muy linda y grande. Me guió hasta el comedor y me dijo que tome asiento,
que ya me iba a traer algo para desayunar porque debía estar hambriento. Yo no
le decía nada, solo le hice caso y me quedé sentado, pero no dejé de estar
alerta ningún momento. Cada segundo desde que el hombre se fue a la cocina para
prepárame algo, me la pasé observando todo ahí dentro. Se veía como una casa
muy grande por fuera, pero por dentro parecía bastante chica y acogedora. El
comedor estaba junto a una pequeña sala de estar, y daba con un pasillo que
seguramente unía esta habitación con el dormitorio del señor y con un baño. Además,
había una puerta que llevaba a la cocina, en la cual también había una puerta
que me llamo la atención, ya que era un lugar muy raro para poner un
dormitorio, lo que me hacía dudar de qué había del otro lado de esa puerta.
En ese momento vino el señor con una
bandeja enorme en la que tenia de todo tipo de cosas para desayunar. Me trajo
una taza con leche chocolatada, dos sándwiches de jamón y queso, un canastito
con criollos, facturas y una mezcla de masitas y galletas. Le dije que muchas
gracias y me puse a desayunar. Ni en mi casa tenia tantos lujos,
definitivamente ese fue el único momento en el que me olvidé por completo que había
sido raptado.
Cuando terminé de desayunar, le pregunté
al señor si necesitaba ayuda para lavar las cosas y de paso poder revisar qué había
detrás de la puerta de la cocina, pero él me dijo que no hacia falta. Llevó él
solo las cosas a la cocina y yo me quedé en la sala de estar. Mientras él
lavaba la taza y acomodaba todo en su lugar, yo me puse a revisar su
biblioteca, en la que pude ver varios libros de medicina, psicología y varias
cosas por el estilo, se podía ver que era un hombre muy inteligente y que sabia
muchas cosas. También noté que uno de los libros de la biblioteca estaba mal
puesto y sobresalía, así que lo agarré y me senté en el sillón para darle una hojeada.
Entonces, cuando lo abrí por el marcador (que señalaba una pagina en la que
hablaba sobre una enfermedad neuronal de la cual no alcancé a leer mucho) escuché
que un auto se acercaba por la larga entrada del lote. Al parecer el señor se
dio cuenta un segundo antes que yo, así que me buscó apurado y me llevó agarrado
de la muñeca hasta la cocina. Abrió la puerta que yo había estado observando y
me llevó por un pasillo angosto hasta la parte de atrás de la casa, para luego
dejarme nuevamente encerrado en el establo de donde me sacó esa misma mañana.
- ¿En ese momento fue cuando viste las
otras habitaciones?
- Ciertamente. Cuando el señor, del cual
todavía no conozco su nombre, me llevó por el pasillo hasta el establo, pude
ver que había otras habitaciones, y por eso fue que me dio mas intriga conocer
qué se ocultaba en ellas. Ahí comprendí por qué la casa parece mas pequeña por
dentro, y es porque del otro lado de la cocina se esconden otras habitaciones a
las que no se puede acceder ni detectar a menos que pases por el pasillo ese.
- Y ¿Qué te dijo ese señor cuando te dejó
de vuelta en el establo?
- Me pidió que guarde silencio y que no
diga nada o su hijo se iba a enojar mucho. En ese momento supe que el que me había
llevado hasta ahí había sido el hijo de ese señor, pero seguía sin saber quién
era ya que jamás en mi vida había visto a ese señor. Pensé que se habrían confundido
de persona y como yo no era al que querían llevarse me terminarían matando. No entendía
nada.
Unos minutos después, escuché ruidos en
la casa principal y me acerqué a la pared del establo para intentar escuchar
algo. Al parecer el hijo se había dado cuenta de que estuve en la casa y el
padre intentaba calmarlo. Pero no funcionó. Enseguida escuché cómo se acercaba
furioso hacia el establo y yo me empecé a alejar de la puerta, pero en ese
mismo instante algo pasó y el hombre dejó de caminar para empezar a correr,
pero en la dirección contraria. Se regreso corriendo a la casa sin decirme nada
y hubo un silencio que duró toda la tarde.
Como nadie iba a verme, decidí sentarme
en lo que ahora sabia que era lodo. Tenia la esperanza de que alguien fuera a
rescatarme.
Cuando ya no había rastros del sol,
escuché un sonido. Eran las campanas de la otra noche. Entonces me acerqué a la
puerta de la comida y encontré otro tazón con comida como el anterior, con su
vaso, el cual esta vez tuve mucho cuidado de no tirar. Esa fue mi cena del
martes, y mi almuerzo, todo junto. Apenas terminé de comer, me recosté para
dormir puesto que tenia muy pocas energías, tan pocas que no hizo falta
recordar el cuento de mamá.

Comentarios
Publicar un comentario