Libre, por fin.
Después de unos cuantos minutos, Jere volvió a donde yo estaba con un montón de papeles para que yo firme y me pueda dejar libre, por fin. Me demoré alrededor de media hora en completar todos los espacios en blanco y firmar en cada sitio donde Jere me había dejado una cruz para que lo hiciera. Eran un total de 16 hojas. Luego de completar y firmar las 16 hojas, se las di a Jere y nos despedimos. Me dijo que si alguna vez quiero hablar con él ya sabia dónde encontrarlo y que no dude en hacerlo. Esas palabras, sumadas al abrazos que me dio, fueron lo mas reconfortante y consolador que podía recibir en ese momento. En el momento en que me despido de Jere y salgo de su oficina, algo muy extraño sucedió. Vi a mi hermano al final del pasillo llorando. Me acerqué a él para preguntarle qué pasaba que no dejaba de llorar. Me abrazó fuerte y, entre llantos, me dijo que a mamá se la estaban llevando unos policías y no lo dejaron saludarla. Le dije que quizá no lo dejaron acercarse porque toda...