Algo pasó.
El teléfono sonó alrededor de las doce del mediodía, despertándome así del mejor sueño que tuve en años. De repente, todo lo que veía había recobrado su color, el aire a mi alrededor permanecía recordándome el aroma de Carolina, mi hermano durmiendo me transmitía una sensación de paz y tranquilidad extraordinaria. Todo era maravilloso, hasta que, al llegar a la cocina, atiendo al teléfono y recibo la noticia menos esperada: me habían llamado de la cárcel en donde estaba mi madre para avisarme que había muerto… Fui corriendo hasta la casa de Doña Rosita para ver a Carolina y pedirle por favor que cuide a Matías un par de horas hasta que yo volviera. Me preguntó si todo estaba bien, no le dije nada. Se dio cuenta de que me pasaba algo y me abrazó ben fuerte, sin importarle el distanciamiento social. Le di las llaves de casa y mi numero para que me llame si sucedía algo, y me fui. Como no había colectivos, ni conocía a nadie con auto que me pueda llevar, no me quedó otra opción que ...